Anelamos una conexión de ser a ser, de alma a alma, y la mejor manera de prepararnos para un verdadero encuentro es aprender a estar solos, al menos durante algunos periodos y muy especialmente cuando se acaba una relación. Estar sólo es bueno para conocerse en todos los sentidos, ampliar nuestra identidad, reconocer nuestras limitaciones y capacidades, y aprender a ser autosuficientes. Uno es dueño de su vida y de sus decisiones, y responsable de su felicidad. Y sin embargo, todo lo que llegamos a hacer, a aguantar y a permitir con el unico fin de no estar solos!

    Habló de las " bendiciones" de la soledad, del encuentro con uno mismo, de estar en contacto con las propias necesidades y reconocer lo que uno quiere y no quiere. Ahora bien, también es cierto que se necesita un Espejo en el que mirarse. Y la pareja constituye ese " Espejo mágico" en el que podemos vernos en profundidad, donde poder observar nuestros aspectos más íntimos y regresivos, nuestras luces y nuestras sombras. Este reflejo es el verdadero don de las relaciones del alma.
    Para aquellos que piden conscientemente su proceso de maduración, la relación no es la salvación, no se pretende que la pareja sea el papa o la mamá, que se haga cargo de las carencias y que proporcionen aquello que falta. Es prioritario ocuparse de uno mismo y de sus necesidades, establecer fronteras y darse espacio para que la reacción pueda desarrollarse. El requisito esencial para una relación auténtica es, el de ser íntimo con uno mismo, saber que es lo que sentimos, necesitamos, valoramos, lo que nos gusta o disgusta, lo que nos importa en la vida. Es necesario estar bien conectado con las propias emociones, con el vacío fértil y la soledad.

Alcanza la intimidad
    La verdadera intimidad con la pareja no es inmediata, es un proceso que lleva su tiempo. Cada uno tiene su propia vida y sigue con ella sin abandonarla, y poco a poco se van incorporando a la otra persona. El conocer al otro y ser conocido requiere apertura y tiempo, no se trata de volcarse de golpe en una relación, y de renunciar a ser uno mismo para que seamos aceptados y reconocidos por la pareja.
Para que esto sea posible, para que no se pierda el centro, es imprescindible que lo valoremos y lo tengamos bien integrado, y eso precisa de un tiempo de práctica.
    El fundamento de una verdadera relación radica en estar presente para el otro, para lo cual es necesario aprender a estar presente y ser intimo con uno mismo. Por eso es tan importante la meditación, pues nos conecta con nuestro centro, nos alimenta y nutre desde elinterior. Hay que tomar conciencia del propio camino o evolución personal, del lugar donde uno se encuentra y respetarlo, LO QUE SIGNIFICA NO PERMITIR QUE NADA NI NADIE SE INTERPONGA EN EL PROCESO DE CRECIMIENTO O EVOLUCIÓN COMO INDIVIDUALIZACIÓN.
    El foco de atención de las relaciones conscientes se halla el propio proceso, cada uno respeta su proceso y el del otro. Cada uno tiene su camino en la vida y hace su viaje, aunque se acompañan mutuamente. La relación es importante, pero no lo es todo, como en las relaciones dependientes. Ambos se abren a la vida y al mundo, al contexto en que están inmersos y del que participan.
    Hay evolución personal, creatividad y el compromiso con la propia vida, lo que incluye respetar el tiempo que cada persona necesita para sí. La relación con uno mismo necesita tiempo para ser cultivada, para nutrirse, porque cuanto más completos nos sintamos más fácil resulta la proximidad y la intimidad, y a la vez más necesitamos estar a solas.

Un diálogo transparente.
    En las verdaderas relaciones íntimas hay transparencia, sinceridad y respeto mutuo. Se puede hablar de cómo repercute lo que el compañero o compañera hacen o no en la historia personal de cada uno, aclarar qué temas personales resuenan frente ello, sin defenderse, acusar o manipular. Es posible que en ocasiones el otro haga o diga algo que provoque que afloren los propios miedos, carencias o sentimientos de abandonó, pero como esas emociones son de uno mismo y no del otro hay que asumir la responsabilidad y hacerse cargo de ellos.
    El alma se nutre del diálogo. Ahora bien, SE TRATA DE HABLAR DE UNO MISMO Y NO DEL OTRO, expresar los propios temores, deseos, necesidades, sueños y fantasías mediante una comunicación libre y fluida de los sentimientos. Hablar superando la desconfianza, derribando barreras y defensas, desnudándose emocionalmente y dejando traslucir confesiones, desesperanzas y zonas de vulerabilidad en la busqueda de autenticidad y honestidad, para sacar a la luz lo que anida en las profundidades del alma.
    El amor es apertura del corazón y riesgo, de ahí la disposición a arriesgarse a abrir y revelar la propia alma, incluso ante la eventualidad de no ser entendido, dando también la posibilidad al otro para que viva y manifieste la suya.
    Una relación consciente se alimenta tanto de la proximidad como de la distancia, requiere darse y dar espacial otro. Por eso es importante respetar la relación tanto como preservar el propio camino en individual. Hay una dialéctica generadora de crecimiento entre la necesidad de intimidad y de libertad, es la confluencia del movimiento de fusión y el de individuación, que precisa también de una reconciliación de opuestos, como acontece en los procesos personales.
Namasté.